Yo nací en Camajuaní, de Cuba parte norteña, donde la familia enseña, el arte de no mentir. Ha sido siempre mi sentir, alabar a mi región bella, donde el mar y las estrellas, me parecen más hermosas, y por esas pequeñas cosas, que llevo dentro de mí.
Mi pueblo, pequeña villa, por donde confluyen dos ríos, los romances y amoríos, amparados entre sus lomas. El sol por ella se asoma, como dulces esperanzas, soy su hijo y en alabanza, rezo por verla contenta, aunque para mí representa, loarla en otra orilla.
Traen sus vientos aromas, de diferentes sabores, son de los recolectores, de tabaco, fruta y caña. Su tradición es hazaña, mimada con mucho esmero, pues no pasa un año entero, sin las fiestas de San José, festejos donde tanto gocé, y tú que por bellas las tomas.
Con mi infantil aspecto, inicié un largo camino, donde labré mi destino, con honor y con respeto. Para mi fue todo un reto, pues dada mi corta edad, conocí toda la verdad, de sus calles empedradas, y las gentes maltratadas, mayoría de la sociedad.
También, tuve que soportar, llevar sobre mi carruaje, aquel pesado equipaje, de mi época, popular. Hoy yo quiero rescatar, del cajón de limpiabotas, aquellas primeras gotas, de sudor sobre mi frente, creando en mí la fuente, de la vivencia que me brota.
Cuatro años pasaron, de esfuerzo y con tesón, puse toda mi vocación, a lo que me enseñaron. Cuatro años que me forjaron, desde que fui aprendiz, para ser un joven feliz, porque logré con mis manos, ser un noble artesano, responsable y sin desliz.
Unas leyes humanitarias, implantadas en el país, surgieron de la raíz, de las leyes revolucionarias, la Ley de Reforma Agraria, fue obra de Revolución, también la alfabetización, de la que me beneficié, porque en ella inicié, la vía de la superación.
Este mundo que se mueve, con partida presurosa, escribir mi biografía en glosa, es algo que me conmueve. En el Afán que promueve, el curso de la superación, tomé la justa decisión, cuando aún era obrero, para hacerme calderero, y continuar mi formación.
Digno de mi gran esmero, entré en la universidad, y cursé en su facultad, la carrera de azucarero. Luego me hice ingeniero, y cuando tuve la ocasión, Sumé en mí otra profesión, con rigores y exigencias, la de Doctor en Ciencias, que hoy asumo placentero.
Fui un hombre tenaz, que mi juventud amparaba, y nunca me declaraba, superior a los demás. Es el ejemplo veraz, capital de mis palabras, para que con ellas no se abra, las puertas de las mentiras, y se elimine la ira, que sobre mi se desabra.
Hoy me hallo en España, en la región de Asturias, reflejando mis penurias, que recogen sus entrañas. Me nutro de las hazañas, de esta región minera, donde su historia entera, se ha quedado en mi mente, y es un honor que la presente, en la narración que me ataña.
Cuando a Oviedo llegué, y no fue por casualidad, vine a dar continuidad, a lo que yo investigué. Estudié y certifiqué, las bases de recubrimientos, a través de experimentos, que en soldadura cometí, y que más tarde compartí, con otros colegas expertos.
Camajuaní cuna querida, tierra de mis antepasados, de los obreros emigrados, que en Cuba hicieron sus vidas. Estas letras sostenidas, que en verso te quiero dar, la volveré a refrendar, imitando a otros cantores, Camajuaní de mis amores, nunca te podré olvidar.
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